Si se admite
que el estado de terror, declarado o no, en que vivimos desde hace diez años no ha cesado todavía y que es hoy
culpable de gran parte del malestar que sienten los ciudadanos y regiones, es
preciso ver que puede oponerse al terror. Y aquí se plantea el problema del socialismo occidental. Porque
el terror solo queda legitimado cuando se admite el principio: “El fin
justifica los medios”. Y ese principio solo puede admitirse si la eficacia de
una acción se reivindica como fin absoluto, como ocurre en las ideologías
nihilistas (todo está permitido lo que cuenta es el éxito) o en las filosofías
que hacen de la historia un principio y un fin a la vez (Hegel, luego Marx: la
sociedad sin clases es el fin que se persigue y todo lo que a ella conduzca
debe ser empleado).
Este es el
problema que se planteó a los socialistas franceses, por ejemplo. Hoy sienten escrúpulos.
Hasta aquí solo tenían una idea asaz abstracta de la violencia y la opresión. Ahora
las han visto en acción. Y se han preguntado si aceptarían, como lo quiere su
filosofía, ejercer la violencia, aunque solo fuera provisionalmente y para un
fin sin embargo distinto. Un escritor que escribía recientemente un prefacio
para una obra de Saint-Just, hablando de hombres que sufrían parecidos
escrúpulos decía con acento de desprecio: “Han retrocedido ante el horror”.
Nada es más cierto. Y por ello han merecido incurrir en el desprecio de almas
suficientemente fuertes y superiores como para instalarse sin vacilar en el
horror. Mas con ello han dado, al propio tiempo, un claro significado al
angustiado llamamiento lanzado por los mediocres –entre los que nos contamos-,
que son millones, que constituyen la materia prima de la historia y a los que
deberá tenerse en cuenta un día, pese a todos los desprecios.
Pd: Donde se
dice regiones el comentario original dice naciones. Pero considero más ajustado
a la actualidad de España el término de regiones. Porque el clima de terror ideológico
que vivimos en nuestro país desde el 11M así me lo hace indicar.
Albert
Camus “ La sangre de la libertad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario