Ese tiene dos lenguas, con una muy grandilocuente alaba a
unos pocos, dignos de ser alabados, los saquea, los adula, siempre del modo más
digno, y es como si su idioma descendiese directamente de un cielo superior y
no incluyese palabras terrenales. En la otra lengua habla de los mismos, pero
como si fuesen tan ruines como él y solo hubieran cometido infamias y fechorías.
Se complace viendo como los ha tratado la vida, los sumerge y los baña en
envidia y asco. Pero eso jamás lo escribe, o lo reconocerá, únicamente habla en
la otra lengua la del elogio.
Del libro: El suplicio de las moscas de Elias Canetti.
En otra parte del libro el mismo autor, nos dice: es
tan malo que sus oídos se asustan de su lengua. Conozco algunas personas que
hablan este mismo idioma, hace mucho tiempo que no mantengo una conversación con
ellos para nada.
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