Decepciones

En muchas ocasiones ocurre, que personas que has conocido, con las que has tenido una relación de cercanía con ellas, piensas que son tus amigos. Cree uno muchas veces que la amistad, está salpicada de buenas conversaciones, de buenos momentos, incluso de quedadas más o menos asiduas. Pero muchas veces todo este concurso de circunstancias favorables, no son suficientes para dar por sentado, que la persona que tienes enfrente es un amigo. O por lo menos alguien que te va a saber valorar y apreciar. Muchas veces uno se equivoca, se engaña a si mismo, pensando que las buenas intenciones en una conversación son suficientes, para un respeto mutuo. No siempre es así, es más diría que la norma es el no respeto. Porque tiene que respetarte alguien al que tu das por hecho, que debe respetarte. Las circunstancias así lo aconsejan, que seas un persona confiada, en la que se pueda confiar. Si demuestras ser suspicaz, das a entender que no eres una persona de fiar. Así con estos pensamientos un poco circulares uno se va creando amistades, que no son ni de lejos, amistades.  Pueden ser personas conocidas a las que podrías llamar conversantes habituales. Pero jamás darles el estatus de la amistad. Pero cuando estos conversantes habituales con quien conversas, te demuestran en un alarde de prepotencia y soberbia, que ellos están por encima de ti, sin venir a cuento para nada. Bien haciéndote un desprecio o bien profiriendo alguna palabra malsonante que te duele en el alma. En resumidas cuentas te traicionan, con criticas malintencionadas   Te das cuenta de que la amistad, es una rara avis, que debes de andarte con cuidado y nunca bajar la guardia. El mal se aprovecha de la debilidad recurriendo a mil excusas, todas ellas bien argumentadas y razonadas. Pero tu te quedas con el mal sufrido y con la confianza pisoteada de forma miserable.  Es por esto que puedes aplicarles a estos falsos amigos la admirable frase del genial Groucho Marx:” "Es mejor que un amigo te diga hijo de puta, que un hijo de puta te diga amigo”