elpinguinorecepcionista
Blog de Ricardo Pérez Roda.
jueves, 23 de julio de 2020
Sobre el gueto de Varsovia
PERFIDIA
A la hora de reflexionar sobre porque los judíos se dejaron arrastrar hasta la Umschlag lugar de (deportación a los campos de concentración), sin ofrecer resistencia se menciona la genial perfidia de los alemanes. Durante todo el tiempo engañaban a todo el mundo sobre el carácter de la deportación. En los primeros días de la deportación un alto oficial de la SS, dio su palabra de honor de soldado de que a los judíos se les deportaba al este y no a los campos de concentración. Nos engañaban todo el tiempo y aseguraban que la operación ya estaba terminando. Con la ayuda de varios cientos de agentes judíos mantuvieron a la población en una tensión continua asegurando que la acción iba a terminarse mañana o pasado mañana.
En la actualidad ocurre lo mismo. Trescientos mil judíos de Varsovia fueron aniquilados en el campo de exterminio de Treblinka, pero el pueblo, la fantasía popular, no quiere aceptar este hecho horrible y busca diversos métodos para engañarse a sí mismo y a los otros. Al principio la gente no creía por lo general en la existencia de Treblinka, y si alguien lo mencionaba, enseguida era silenciada con gritos y tachada de alarmista, de persona pesimista a la que produce placer hacer daño a los judíos. La gente no entendía que se pudiera matar con tanta facilidad a decenas de miles de personas, mujeres, niños y hombres inocentes. Quizás se podía martirizar a cientos, pero no a cientos de miles de millones. ¿Cómo iba a ser posible algo así, ahora en el siglo XX?
Cuando la población se convenció de que la matanza era imposible, solo tenían que solucionar la siguiente cuestión: ¿Qué ha pasado entonces con los 300.000 judíos de Varsovia? (Si no los asesinaron en los campos de concentración), donde murieron los 3.000.000 millones de judíos polacos. Y se encontró la respuesta. La gente comenzó a contar historias sobre las cartas de los deportados, las que procedían de determinadas localidades: desde Breszc, Kowle, Pinsk y otras. Pero cualquier esfuerzo por encontrar que había leído la carta (de un deportado al este) era en vano. Siempre había una tercera persona, que se lo había escuchado a otra, que un tal señor X o Y era quien había leído la supuesta carta. Las cartas siempre eran iguales, triviales en su forma y en su contenido. Unas cuantas palabras breves apuntadas en un pedazo de papel (por ejemplo en una bolsa) sobre que “hemos llegado sanos al lugar”. Estas cartas carecían siempre de detalles sobre las condiciones de vida de los deportados, sobre el empleo y otros detalles por el estilo. En cambio siempre pedían en estas cartas que les mandaran dinero y objetos de valor. Siempre se pedía que se transmitieran también saludos de otros deportados a sus familiares; casualmente siempre se trataba de personas acaudaladas.
Las cartas las traían por lo general los cristianos “bondadosos” que conseguían sorteando dificultades de todo tipo, llegase a la persona determinada. Estos cristianos estaban dispuestos a llevarse el dinero y la ropa para los deportados. También expresaban su disposición a ayudar a encontrar otras personas deportadas a cambio de, por supuesto, un premio de cientos o miles de dinero. Algunos se metían en gastos, pagaban decenas de miles de dinero, para encontrar a sus familiares. Después de largos y costosos esfuerzos se convencieron de que todo era una gran mentira y de que no quedaba ni rastro de sus familiares. En muchas ocasiones se pudo comprobar que las supuestas noticias, eran simples triquiñuelas, a pesar de eso sigue habiendo gente que no puede aceptar que sus seres queridos se han ido para siempre y pagan por cada noticia sobre ellos.
Cuando las cartas perdieron su atractivo, cuando la gente dejo de creer en ellas, los estafadores inventaron una nueva artimaña. En los últimos tiempos cuentan anécdotas sobre numerosos campos en los que se encuentran niños, mujeres o ancianos. Estos campos se ubican, supuestamente, en los alrededores de Lublin o en la región de Galitzia, en los confines del este. Las historias sobre cartas de personas (deportadas) o también sobre los numerosos campos se repiten sin cesar no solo porque hay estafadores más astutos, que saben aprovecharse de cada situación para sus maquinaciones oscuras, sino también que estos estafadores saben también manejar los hilos de la fantasía popular, que sueña (y no puede dejar de hacerlo) con que los cientos de miles y millones de deportados viven, trabajan y que algún día volverán a casa. Vivimos en unos tiempos en que todo es posible, así que también es posible, según la fantasía popular, que decenas de miles de niños, que cuando fueron detenidos llevaban solo ropa fina de verano, sobrevivieran a los días fríos y lluviosos de otoño y que soportaran bien el frio invierno. Que infeliz tiene que ser un pueblo para creer en estos absurdos y mentiras.
Del libro Cronica del gueto de Varsovia de Emanuel Ringelblum
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