Un poco de psicología pedestre nunca viene mal. Considero
a la Psicología una de las ciencias, más asombrosas que existen, porque enseñan
al hombre a investigar sus propios pensamientos. Hoy la vida que vivimos la mayoría
de los hombres, está condicionada por el ritmo de trabajo excesivo, diría que
abrumador, el que trabaja. Los que no trabajan están abrumados y estresados por
la falta de trabajo, por las nulas expectativas de futuro, que les espera, si
ya tienen una edad suficiente. El ritmo de vida que se nos ha impuesto a los
ciudadanos no es fácil, vivimos alienados de nosotros mismos. Por múltiples
circunstancias, la sociedad de consumo, el capitalismo desenfrenado, la
competitividad exacerbada hasta límites insospechados. Por cierto una
competitividad que brilla por su ausencia a la hora de adjudicar puestos de
trabajo cleenex, de quita y pon, entonces no se la necesita. Los medios de comunicación
favorecen la enajenación de las masas, bombardeándoles continuamente con
mensajes que no llegan del todo a digerir con la suficiente consciencia. El
futbol, la moda, la televisión, incluso la política se han convertido en un
circo de masas, de alienación y embrutecimiento, no puedes llegar a asimilar
todo lo que te cuentan.
Quizás es por todo esto, que en tu vida diaria se
proyecta todo este circo de embrutecimiento social en el que estamos sumergidos
la gran mayoría de los ciudadanos. Que por que cuento todo esto en un
encabezado con el título de “psicología pedestre” pues no soy psicólogo. Pues
bien, voy a contar mi experiencia personal en torno a la psicología. Este curso
como ya hace muchos años, me he matriculado en la Escuela Oficial de Idiomas,
estoy en básico 2, no he accedido por lo tanto al Certificado que dan las
Escuelas Oficiales. Ya lo he dicho llevo algunos años intentando acceder al
mismo. Este año en curso, como siempre después de que el año pasado,
voluntariamente decidiera no presentarme a los exámenes de final de curso, me
matricule como hago todo los años. Pensaba que sería distinto al anterior,
tampoco me hacía muchas ilusiones, mi inglés es muy deficiente, mi progreso en
el inglés no es el más adecuado. Pero bueno tengo ilusión por aprenderlo, sé
que el día que deje de ser alumno de la Escuela se habrán acabado la ilusión y
las ganas por aprender un idioma, que no es el mío. Este curso me ha tocado un
profesor muy particular, en la Escuela los profesores, ninguno es para hacer
palmas con las orejas, al principio no lo comprendía, quizás siga ahora sin
comprenderlo, pero creo que tienen todos ese punto soberbio de saberse una casta
superior, intentan disimularlo, con excusas un tanto suigeneris. Incluso los
profesores tienen sus excusas. No hace falta ser un parado de larga duración o
un jubilado cabreado para acceder al amplio abanico de las excusas razonables o
no tan razonables. Dejemos aparte las suigeniris, que esto es un concepto de
excusas no aptas para entender en una explicación de una tarde.
Pues bien comencé el curso como siempre el, profesor me
trato como siempre, como un paleto, tampoco es que aspirara a que me
confundiera con las altas lumbreras del alumnado, pero en fin, siempre que los
cauces del concepto paleto, se condujeran por los cauces razonables, no sería
yo el que tuviera que poner objeciones al asunto. Pero he aquí que un día en la
clase, tras un examen oral la semana anterior. El profesor de viva a voz, ante
toda la clase, alto, fuerte y claro, para que lo pudiera oír todo el mundo, me
dio un 2 como nota del examen la más baja puntuación de toda la clase.
Reaccione abandonando la clase al medio minuto, disculpándome por sentirme tan
afectado, quizás mi reacción fue un poco desproporcionada Simplemente me afecto el hecho y abandone la
clase. Estuve un par de semanas sin aparecer
por clase, meditando sobre el tema, sabía que esto me había producido un
pequeño trauma, pero ese trauma no debía de afectarme. Por lo tanto estaba
contento conmigo mismo, por ser consciente del pequeño trauma y que este no
debiera de afectarme. Pero hete aquí, que es ahora en los momentos que estoy
escribiendo este relato, que ni me puedo presentar al examen final de mayo ni
tampoco al de Septiembre. El de Septiembre ha sido por lo visto una generosidad
de la Escuela de Idiomas este año para los del Básico 2, porque los años
anteriores te suspendían en Mayo, quedándose tan contentos todos. Algo se ha
mejorado. Como he llegado hasta aquí, pues bien por una sucesión de sucesos,
que diría el filósofo. El profesor que para eso está, no me ha avisado para
nada de que se abría el plazo de inscripción para acceder al examen que llaman
de certificación, mayo y en este caso también Septiembre. Por mi parte, debido
al despiste o no tan despiste no me he preocupado lo suficiente por saber las
fechas de inscripción. Quizás con este comentario en torno a mi proceder bastaría,
me he olvidado, no he estado todo lo atento que debería haber estado, pues es
mi obligación. Pero en mi opinión ha sido determinante en esta situación, el reducido
trauma de la nota oral con un 2, no al dos en sí mismo, sino al modo en que se
produjo el citado hecho. Es por lo tanto que he titulado “psicología pedestre”
y es que en mi humilde opinión todos los traumas por pequeños que estos sean
dejan un huella, que las personas no llegan del todo a poder asimilar en sus
vidas. Estoy convencido de que el no excesivo pero si significante trauma, ha
sido determinante en que este curso no pueda examinarme. Hasta aquí mi
comentario de “Psicología pedestre”.
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