“Entre la ciudad de Palma de Mallorca y sus playas turistas
se conserva un pequeño tramo de costa virgen, apenas un kilómetro, libre de
edificaciones e industrias. ¿Cómo es posible? Este pequeño enclave natural se
debe a la perspicacia paleontológica de un recluta de los años cuarenta y el tesón
con que el mismo y un militar profesional se consagraron a su estudio. Andreu
Muntaner el primero de ellos, detecto la profusión de fósiles marinos en los
estratos de arenisca de la zona e involucro a un oficial, Juan Cuerda a
muestrear y estudiar los afloramientos, tarea a la que dedicaron décadas sin
ninguna retribución, ni subvención. Como resultado hallaron varias antiguas
playas cuaternarias a distintas cotas y con especies subtropicales
correspondientes a periodos cálidos, un impresionante registro de los cambios climáticos
que afectaron por aquel entonces al Mediterráneo”. Con lo que tiempo después gracias
a la labor de estos dos hombres altruistas y desinteresados, el Parlamento Balear
declarara en 1991 el Área Natural de Especial Interés del Carnatge, dotada de protección
estricta y libre de urbanizaciones. Sin los conocimientos acumulados por estos
dos militares geólogos aficionados, no hay duda de que la playa hubiera
desaparecido devorada por los bloques de hormigón. Quiero dejar constancia que estas mis
palabras, en su gran mayoría son parte de un artículo aparecido en la revista
de Enero de Quercus. Con esta reseña quiero dejar constancia de mi pequeño
homenaje a estos dos militares.
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