“Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho, me tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico, correría más riesgos. Haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a lugares donde nunca he ido. Tendría más problemas reales y menos imaginarios (…) Todo esto haría si tuviera otra vez la vida por delante. Pero, ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.”
Esta cita de Jorge Luis Borges, nos da una idea de lo que nos ocurre a muchas personas, nuestras vidas se convierten en mecanismos de perfección, vivimos angustiados por los problemas y errores que cometemos, intentamos ser más eficaces, cometer menos errores y ser cada día un poco más perfectos. Si tenemos para lograr este objetivo de la perfección que sacrificar nuestras vidas, nuestros ideales y sentimientos, no dudamos un solo momento y preferimos tener en perfecto estado nuestra propia maquina de la perfección, que intentar vivir nuestras propias vidas, con sus errores, equivocaciones y defectos, nuestras propias renuncias, frustraciones y torpezas. Seguro que por lo menos la vida se viviría de una forma mas autentica y menos artificial. Hoy en día todos nos hemos apuntado, a una vida de artificio y perfección, hemos fabricado nuestra propia historia personal a nuestro gusto, omitiendo detalles que nos humanizan porque no son perfectos y contienen errores. No somos valientes para nada, pero si somos perfectos en casi todo, esto nos deshumaniza de alguna forma. Nuestros ideales son mediocres, nuestras vidas son mediocres, nuestros actos son mediocres, pero nuestra perfección es excelente. Creo que el gran escritor argentino tenia toda la razón, sin duda.
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